La estrella de Umair

Una noche de cielo despejado, en un pequeño y remoto pueblo de Pakistán, nació Umair Dahn. Según contaban, una trágica alineación de los astros, hizo que naciera con una malformación en su brazo derecho. Aunque sus limitaciones físicas eran evidentes, lo que le hacía difícil las actividades cotidianas que sus hermanas ejecutaban con facilidad, Umar poseía una mente despierta y unos ojos llenos de una curiosidad inagotable. 

La infancia de Umair fue dura. A menudo, las personas de su clase lo excluían y se burlaban de él por su diferencia. Era un niño callado. Pasaba horas y horas leyendo libros en la modesta biblioteca del pueblo, devorando cada palabra y alimentando su imaginación y, cuando se desvanecía la luz, mirando al cielo, escrutando alguna respuesta que justificara su triste destino.

Un día, mientras hojeaba un libro sobre astronomía, Umair descubrió su verdadera pasión: las estrellas y el vasto universo. A partir de ese momento, soñó con escapar de su pequeño pueblo y, cuando miraba hacia arriba, con conquistar el cosmos algún día. Aunque muchos consideraban sus sueños como meras fantasías infantiles, Umair sabía en lo más profundo de su corazón que su destino estaba más allá de los límites que le imponía su realidad.

A medida que fue creciendo, Umair se dio cuenta de que su inteligencia sobresalía en comparación con la de los demás. Sin embargo, cuando confirmaron que era superdotado, Umair no pudo sentir más que soledad, pues sólo quería ser un chico normal.

Con el tiempo, comprendió que ser especial, diferente, no era algo necesariamente malo. Comprendió que estaba destinado a algo grande y, con la estela de una estrella fugaz recorriendo su retina, pidió un deseo. Convencido de que su futuro estaba en la ingeniería aeroespacial, decidió partir hacia España, un país conocido por su excelencia académica en ese campo. Desde que Umair fue certificado como superdotado, su familia se había volcado con él e invirtieron los ahorros de una vida en un billete en el que depositaron una fe ciega.  

Llegar a España no ha sido fácil para Umair. Se ha encontrado en una ciudad desconocida, un idioma diferente y muy poco recursos económicos. Ahora pasa las noches en vela a la espera de que le homologuen los estudios con los que poder cumplir su deseo, con la vista clavada en un cielo sin estrellas.